sábado, 1 de octubre de 2011

Irene y Albita se metieron en la cama esperando escuchar un cuento. ¿De qué queréis oír el cuento, de algo mágico? –Vale, de algo mágico-. Londres es una ciudad donde llueve muy  a menudo. Aquel día había llovido por la mañana.  Al salir a la calle, cuando las nubes se cansaron de dejar caer agua, el suelo brillaba como si fuera un espejo y se relejaban las nubes blancas que todavía quedaban en el cielo.
El chatarrero Chindasvinto había salido a comprar cosas viejas de las que habían quedado en una antigua casa que se iba a derruir. Sus anteriores dueños vendían todo lo que había dentro, eran las cosas de sus abuelos,  pero en su nuevo piso aquellos objetos no pegaban nada, así que lo vendían todo. Varios chatarreros esperaban en la puerta para entrar. Chindasvinto era uno de ellos.
Cuando abrieron las puertas todos entraron empujándose, como el primer día de rebajas en unos grandes almacenes, esperando encontrar el objeto más valioso. Chindasvinto que tenía muy buena intuición se dejó guiar por su instinto y llego hasta el sótano, donde encontró un cofre viejo y polvoriento, pero que le dio buena espina. Lo subió hasta la puerta de salida y allí entrego unas monedas a la dueña por aquel objeto que la señora no dio valor.
Cuando llego a su casa, con un destornillador y una horquilla consiguió abrir la cerradura. ¿Qué podía haber dentro? Levanto lentamente la tapa y como el que espía a través de una puerta entreabierta miro dentro y no vio ningún tesoro, un montón de tazas y platos que podría vender esa misma tarde en el mercadillo, bueno creo que sacare unas libras por ellos.
Montó el cofre en su carromato y salió a la calle. Cuando llego al mercadillo,  sus compañeros ya habían colocado sus puestos; el sacó rápidamente las cosas, las colocó con mucho encanto y así organizado sobre la mesa parecía una colección de anticuario.

La gente empezó a llegar y fue vendiendo algunas cosas, no sin antes divertirse regateando por el precio con  los clientes que se prestaban a ello. La tarde se estaba acabando y una de las piezas que mejor pinta tenia todavía no la había vendido, quizás porque había pedido una suma altísima por ella. Un señor mayor con aspecto cansado se acercó y preguntó por la tetera, 40 libras dijo Chindasvinto “y es ese precio porque ya me voy para casa , una autentica ganga” , el viejo le miro y sonrió,” eres un truhán , tu sabes que no vale tanto. No te doy por ella más de 5 libras y eso porque hoy estoy un poco senil”, así comenzó el regateo. También lo hacían los dos y tanto se divertían que poco a poco la gente los empezó a rodear para ver el espectáculo; un par de artistas en el arte del regateo… .La puja se centraba en 15 libras uno y 12 libras otro, una señora que había estado desde el comienzo del espectáculo y tenía prisa no quiso perderse el cierre y ayudó, “venga abuelo, los tres libras de la diferencia se las pongo yo como regalo”. Todos aplaudieron y el abuelo se llevó la tetera. Chindasvinto  extendió su mano y le dijo” ha sido un placer me llamo Chindasvinto” “yo soy Claus” dijo el abuelo, “gracias yo también me he divertido”. Cogió la tetera envuelta en el Times de hacía un mes y se  fue para su casa.
Cuando llego, abrió la puerta de su casa y salió a recibirlo su vieja gata, que se frotó contra sus pantalones llenándolos de pelos. Le apetecía una taza de té caliente, se había quedado frío estando tanto tiempo de pies en el puesto del mercado,” bueno una taza de té lo arregla todo” dijo sujetándose las lumbares que le mataban.

Puso el agua a calentar y cuando aquel cacharro empezó a pitar, lo retiro del fuego. Quitó la tapa de la tetera y empezó a verter el agua. ¡Qué me quemas ¡ dijo una voz. Miro para tras y no había nadie. A sus años ya no le asustaba oír voces que venían de ninguna parte. Miro a la gata y dijo “¿no habrás sido tú?” Siguió echando el agua y otra vez la misma voz “¡Eh¡ abuelo que me quemas ¡”. Anda si era la tetera la que hablaba, “¿cómo que te quemo? si eres una tetera” “si, pero  debes de saber que a más de 80º el  té se hace un caldo espeso y amargo y yo soy muy sensible, esa agua que estas echando está a 91 grados y a mí me achicharra”. “Pues puedes tener razón,  esperare un poco a que se enfrié. Y tu tetera ¿cómo es que hablas?”, “bueno “ dijo la tetera “es que yo soy mágica” ” a muy bien yo soy Claus” , “no que digo que soy mágica de magia” “!Ah¡ ya, y ¿cuál es tu magia?” “pues cualquiera que bebe mi té puede pedir un deseo pequeñito al día- Haz una prueba, la gente suele pedir dinero”. “Vale, pues dinero” escuchó como unas campanillas, miro en su bolsillo y había aparecido una libra,”¡ ja,ja, ja!  está bien tienes una magia divertida”. Se tomó el té y se fue a dormir.
A la mañana siguiente se despertó y bajo a desayunar, un té por supuesto, “Buenos días Claus” “Buenos días Mágica”, Preparó el té, esta vez con temple para no quemar a la tetera y estropear el té.

Después de tomarse el té, escuchó decir a Mágica “¿Qué deseo quieres hoy?”. El abuelo no era muy comunicativo por las mañanas  y tardó un rato en decir otra palabra. Aquella pregunta le hizo pensar y se acordó de muchas cosas del pasado, “quiero un amor pequeñito”” muy bien pues mira en tu bolsillo, pero con cuidado”, metió la mano y ¿que apareció? Aparecieron dos  Pulgarcitas pequeñitas, a una la llamo Lucía y a la otra Laurita.
Irene y Albita se quedaron dormidas

sábado, 24 de septiembre de 2011

¿De qué contamos el cuento hoy, de personas, animales o cosas? – De nada de eso- Bueno como quieras. ¿Conoces a los blanquidluplidos? Son unos seres que viven en las gotas de rocío tiene un cuerpo alargado y la cabeza brillante  - que es el rocío-  cuando hay humedad las pequeñas gotas que hacen la humedad,  se pegan y se juntan en un sitio que esté fresquito, -eso es lo que pasa en el baño cuando te bañas con agua caliente, se niebla que flota y cuando encuentran el espejo… -  has visto que se queda pegada encima, pequeñas gotas que algunas se juntan y caén como goterones , pues eso mismo es el rocío.
En una gota de rocío no viven más de dos blanquidluplidos ,  así que cuando se quieren comunicar con otros, lo hacen por transmisión del pensamiento ; no piensan con palabras, piensan con imágenes y con sentimientos; es más, si uno tiene la suerte de vivir en una gota de rocío sobre el polen de una flor, que es uno de los alimentos que más les gusta, cuando piensa en lo rico que esta, los demás que están en las otras gotas de rocío cercanas, sienten como si ellos mismos se los estuvieran comiendo.
Su vida es corta y no viven más de un día, cuando hace calor y la gota le da el sol, las gotas desaparecen súper rápido y los blaquidluplidos se vuelen polvo que queda sobre las hojas o los pétalos  a la espera del rocío de la siguiente mañana para que crezca otro blanquidluplido.
Es muy difícil verlos porque el brillo de la luz en la gota se confunde con su brillante cabeza, así que hay que mirar muy atento, además como no todas las gotas de rocío tienen dentro blanquidluplidos, son pocas las personas que los han visto.
La contaminación les viene fatal y si la superficie donde cae el rocío está un poco sucia, allí jamás habrá uno de ellos, el humo de los coches o de las fábricas que todo lo mancha es fata,l así que alrededor de una gran industria, en una gran ciudad, no se encuentran nunca  y es que la contaminación es un asco.
Y Albita se quedó dormida.


martes, 20 de septiembre de 2011

El otro día cuanto fuimos a la boda a Sevilla, en el sitio de la fiesta había un señor con un burro, gris, precioso, que iba ofreciendo tortas de pan que llevaba el burro en un serón, me acerque al señor y le comente que me parecía un burro precioso; el señor me miro pensando que estaba de broma y yo que me di cuenta. Le insistí en que lo decía en serio; el hombre me miro y estuvo un  rato en silencio. Me dijo… pues se lo voy a contar y no se lo va a creer.
Era una noche de verano que andando por el campo se me hizo de noche en mitad de la Mancha y tuve que quedarme a dormir al raso, al lado de un molino de viento. La noche era clara y había tanta luna que no se veían las estrellas, - sabes como llaman los pitufos a la luna nueva, luna azul-  , pues bueno viendo lo clara que estaba la noche me quede mirando el mar de campo que se extendía delante de mi hasta el horizonte, sin una montaña que limitara lo que se veía. Ya casi cuando me vencía el sueño  hoy unos pasos, ¿quién va? Pregunte en voz alta, ¿quién va?  Después de un silencio, no escuche nada, espere atento y no escuche más pasos.
Apenas di un cabeza, cuando otros pasos me despertaron, ¿quién anda ahí? ¿Hay alguien?                – seria Don Quijote, ¡eh! ¿Era donde Quijote?-  Otra vez la respuesta fue el silencio, así que armándome de valor me levante cogí el farol y me dirigí donde me daba que había oído los pasos.  Cual sería mi sorpresa cuando vi  un burrito pequeño  gris y precioso con las orejas para atrás, lo que en lenguaje de los burros quería decir que tenía miedo. A mí, que siempre se me dieron bien los animales, me agache, le sonreí y le dije “ven no tengas miedo, seguro que tienes hambre, ven toma un poco de pan”. El burro, al principio desconfiaba y seguía con las oreja para atrás, pero poco a poco le pudo la curiosidad y se acercó a comerse el pan.  Bueno chico tienes cara de estar perdido ¿dónde está tu dueño? El burro me miro y siguió comiendo el pan, ya levanto las orejas,  que  en lenguaje de los burros quiere decir que estaba contento, bueno, anda ves con tu dueño que te estará buscando… me di la vuelta y me dirigí a donde estaban mis cosas, apoyadas en el molino, mire para atrás y el borrico me seguía. “Que estas solo y tienes miedo, Bueno está bien, vente conmigo”. Me eche allí, sobre la manta y el burro se puso a mi lado.
La mañana siguiente se había levantado fresca, pero yo había dormido como los ángeles, el burro se había acercado a mí y había cortado el viento, así que había dormido calentito, los burros dan un calor que es mejor que una estufa. Hacía tiempo que no dormía también.
Le ofrecí un poco de pan y queso, que era lo que tenía en el morral, pero claro siendo un burro el queso me lo rechazo y se comió el pan. Parecerá una tontería, le conté que iba a buscar a su dueño y pareció que me entendió; me miro incrédulo.
Me acerque a una casa que había cerca y pregunte si sabían de quien podía ser aquel burro. No tenían  ni idea; hacía tiempo que allí ya solo se veían tractores y burros hacía tiempo que no veían ninguno, además este parecía fino. Seguí caminando hasta llegar a una aldea,  a una tienda de esas que tienen de todo, allí  hice una foto al burro y preparamos entre la señora,  que era la dueña y yo unos cuanto carteles, indicando que si alguien había perdido un burro que se pusiera en contacto con mi móvil. Pegamos carteles por aquí y por allí. Y nos fuimos para casa.
Cuando me vio llegar, mi mujer me dijo que ya teníamos bastantes animales, que como me había comprado un burro, que ya no se usaban y que para el campo ya me había comprado un tractor el año pasado. “¡Que no mujer, que me lo he encontrado!  He pegado carteles por varios sitios y  lo normal, es que nos llamen para decir que el dueño pasa  a recogerlo….” Pasaron los días, el burro y yo desayunábamos juntos, descubrí que le gustaba que le hablase y ponía cara de atento cuando le contaba historias de Don Quijote.
Nadie llamo, así que me quede con el burro;  ahora somos grandes amigos, me hace compañía y pone mucho interés cuando le cuento mis problemas.
Y Albita se quedó dormida...

jueves, 15 de septiembre de 2011



Las olas estaban jugando unas con otras, el viento era suave.
De todas los tipos de olas que corren por el Mediterráneo las más obstinadas son  las que quieren ir al Sur que arrastran a todas las demás, quizás por ser un poco frioleras y como sabes en el sur hace siempre más calor, así que se empeñan en llegar cuanto antes, en este día había unas cuantas
Las olas que querían ser montaña se empeñaban en dar sombra a las más pequeñas y las más pequeñas se divertían convirtiéndose en espuma, unas veinte de ellas decidieron gastarle una broma a una gaviota que vigilaba el mar para comerse un pez.
Se pusieron de acuerdo y se subieron unas encima de otras, en un  plis-plas se formó una columna de agua que empapo la cola de la gaviota. Esta como no se lo esperaba lanzo un graznido que asusto a los otros pájaros que volaban alrededor de un barco y la miraron como si estuviera loca.
Como la columna de agua había desaparecido, pues las olas que querían ser espuma se bajaron rápidamente para que nadie se diera cuenta, la gaviota no tenía pruebas de lo que la había pasado,  así que pensó que debía haber sido imaginaciones suyas.
Las olas que querían ser espuma, esperaron a que la gaviota volviera a estar despistada para hacer lo mismo. Plas!! Otra vez, en esta ocasión se asustó tanto la gaviota que se cayó al agua, la sensación era al principio de frio pero soportable, al cabo del rato le pareció hasta agradable.  
Descubrió que en el agua se estaba bien, se puso a nadar y vio que no lo hacía mal, un pez que pasó por su lado descuidado acabo en su barriga, así que la gaviota opto por quedarse el resto de sus días nadando en el agua y disfrutando del cambio.
Y Albita se quedó dormida….