Irene y Albita se metieron en la cama esperando escuchar un cuento. ¿De qué queréis oír el cuento, de algo mágico? –Vale, de algo mágico-. Londres es una ciudad donde llueve muy a menudo. Aquel día había llovido por la mañana. Al salir a la calle, cuando las nubes se cansaron de dejar caer agua, el suelo brillaba como si fuera un espejo y se relejaban las nubes blancas que todavía quedaban en el cielo.
El chatarrero Chindasvinto había salido a comprar cosas viejas de las que habían quedado en una antigua casa que se iba a derruir. Sus anteriores dueños vendían todo lo que había dentro, eran las cosas de sus abuelos, pero en su nuevo piso aquellos objetos no pegaban nada, así que lo vendían todo. Varios chatarreros esperaban en la puerta para entrar. Chindasvinto era uno de ellos.
Cuando abrieron las puertas todos entraron empujándose, como el primer día de rebajas en unos grandes almacenes, esperando encontrar el objeto más valioso. Chindasvinto que tenía muy buena intuición se dejó guiar por su instinto y llego hasta el sótano, donde encontró un cofre viejo y polvoriento, pero que le dio buena espina. Lo subió hasta la puerta de salida y allí entrego unas monedas a la dueña por aquel objeto que la señora no dio valor.
Cuando llego a su casa, con un destornillador y una horquilla consiguió abrir la cerradura. ¿Qué podía haber dentro? Levanto lentamente la tapa y como el que espía a través de una puerta entreabierta miro dentro y no vio ningún tesoro, un montón de tazas y platos que podría vender esa misma tarde en el mercadillo, bueno creo que sacare unas libras por ellos.
Montó el cofre en su carromato y salió a la calle. Cuando llego al mercadillo, sus compañeros ya habían colocado sus puestos; el sacó rápidamente las cosas, las colocó con mucho encanto y así organizado sobre la mesa parecía una colección de anticuario.
La gente empezó a llegar y fue vendiendo algunas cosas, no sin antes divertirse regateando por el precio con los clientes que se prestaban a ello. La tarde se estaba acabando y una de las piezas que mejor pinta tenia todavía no la había vendido, quizás porque había pedido una suma altísima por ella. Un señor mayor con aspecto cansado se acercó y preguntó por la tetera,40 libras dijo Chindasvinto “y es ese precio porque ya me voy para casa , una autentica ganga” , el viejo le miro y sonrió,” eres un truhán , tu sabes que no vale tanto. No te doy por ella más de 5 libras y eso porque hoy estoy un poco senil”, así comenzó el regateo. También lo hacían los dos y tanto se divertían que poco a poco la gente los empezó a rodear para ver el espectáculo; un par de artistas en el arte del regateo… .La puja se centraba en 15 libras uno y 12 libras otro, una señora que había estado desde el comienzo del espectáculo y tenía prisa no quiso perderse el cierre y ayudó, “venga abuelo, los tres libras de la diferencia se las pongo yo como regalo”. Todos aplaudieron y el abuelo se llevó la tetera. Chindasvinto extendió su mano y le dijo” ha sido un placer me llamo Chindasvinto” “yo soy Claus” dijo el abuelo, “gracias yo también me he divertido”. Cogió la tetera envuelta en el Times de hacía un mes y se fue para su casa.
La gente empezó a llegar y fue vendiendo algunas cosas, no sin antes divertirse regateando por el precio con los clientes que se prestaban a ello. La tarde se estaba acabando y una de las piezas que mejor pinta tenia todavía no la había vendido, quizás porque había pedido una suma altísima por ella. Un señor mayor con aspecto cansado se acercó y preguntó por la tetera,
Cuando llego, abrió la puerta de su casa y salió a recibirlo su vieja gata, que se frotó contra sus pantalones llenándolos de pelos. Le apetecía una taza de té caliente, se había quedado frío estando tanto tiempo de pies en el puesto del mercado,” bueno una taza de té lo arregla todo” dijo sujetándose las lumbares que le mataban.
Puso el agua a calentar y cuando aquel cacharro empezó a pitar, lo retiro del fuego. Quitó la tapa de la tetera y empezó a verter el agua. ¡Qué me quemas ¡ dijo una voz. Miro para tras y no había nadie. A sus años ya no le asustaba oír voces que venían de ninguna parte. Miro a la gata y dijo “¿no habrás sido tú?” Siguió echando el agua y otra vez la misma voz “¡Eh¡ abuelo que me quemas ¡”. Anda si era la tetera la que hablaba, “¿cómo que te quemo? si eres una tetera” “si, pero debes de saber que a más de 80º el té se hace un caldo espeso y amargo y yo soy muy sensible, esa agua que estas echando está a 91 grados y a mí me achicharra”. “Pues puedes tener razón, esperare un poco a que se enfrié. Y tu tetera ¿cómo es que hablas?”, “bueno “ dijo la tetera “es que yo soy mágica” ” a muy bien yo soy Claus” , “no que digo que soy mágica de magia” “!Ah¡ ya, y ¿cuál es tu magia?” “pues cualquiera que bebe mi té puede pedir un deseo pequeñito al día- Haz una prueba, la gente suele pedir dinero”. “Vale, pues dinero” escuchó como unas campanillas, miro en su bolsillo y había aparecido una libra,”¡ ja,ja, ja! está bien tienes una magia divertida”. Se tomó el té y se fue a dormir.
Puso el agua a calentar y cuando aquel cacharro empezó a pitar, lo retiro del fuego. Quitó la tapa de la tetera y empezó a verter el agua. ¡Qué me quemas ¡ dijo una voz. Miro para tras y no había nadie. A sus años ya no le asustaba oír voces que venían de ninguna parte. Miro a la gata y dijo “¿no habrás sido tú?” Siguió echando el agua y otra vez la misma voz “¡Eh¡ abuelo que me quemas ¡”. Anda si era la tetera la que hablaba, “¿cómo que te quemo? si eres una tetera” “si, pero debes de saber que a más de 80º el té se hace un caldo espeso y amargo y yo soy muy sensible, esa agua que estas echando está a 91 grados y a mí me achicharra”. “Pues puedes tener razón, esperare un poco a que se enfrié. Y tu tetera ¿cómo es que hablas?”, “bueno “ dijo la tetera “es que yo soy mágica” ” a muy bien yo soy Claus” , “no que digo que soy mágica de magia” “!Ah¡ ya, y ¿cuál es tu magia?” “pues cualquiera que bebe mi té puede pedir un deseo pequeñito al día- Haz una prueba, la gente suele pedir dinero”. “Vale, pues dinero” escuchó como unas campanillas, miro en su bolsillo y había aparecido una libra,”¡ ja,ja, ja! está bien tienes una magia divertida”. Se tomó el té y se fue a dormir.
A la mañana siguiente se despertó y bajo a desayunar, un té por supuesto, “Buenos días Claus” “Buenos días Mágica”, Preparó el té, esta vez con temple para no quemar a la tetera y estropear el té.
Después de tomarse el té, escuchó decir a Mágica “¿Qué deseo quieres hoy?”. El abuelo no era muy comunicativo por las mañanas y tardó un rato en decir otra palabra. Aquella pregunta le hizo pensar y se acordó de muchas cosas del pasado, “quiero un amor pequeñito”” muy bien pues mira en tu bolsillo, pero con cuidado”, metió la mano y ¿que apareció? Aparecieron dos Pulgarcitas pequeñitas, a una la llamo Lucía y a la otra Laurita.
Después de tomarse el té, escuchó decir a Mágica “¿Qué deseo quieres hoy?”. El abuelo no era muy comunicativo por las mañanas y tardó un rato en decir otra palabra. Aquella pregunta le hizo pensar y se acordó de muchas cosas del pasado, “quiero un amor pequeñito”” muy bien pues mira en tu bolsillo, pero con cuidado”, metió la mano y ¿que apareció? Aparecieron dos Pulgarcitas pequeñitas, a una la llamo Lucía y a la otra Laurita.
Irene y Albita se quedaron dormidas